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LA FRONTERA DE TARIJA EN EL SIGLO XVI.

LA FRONTERA DE TARIJA EN EL SIGLO XVI.

Cuando en 1539 el capitán Diego de Rojas hizo su entrada en los valles de Tarija halló a las tribus locales quienes le contaron de las continuas guerras con sus vecinos Chiriguanos, así como a los daños ocasionados. Por esta razón, los indios Moyos moyos (una de las tribus que habitaban esa región) se retiraron de Tarija buscando el amparo de los españoles y hacia 1550 se habían afincado en las inmediaciones de La Plata. Algunos españoles establecieron estancias de ganado en Tarija pero sin fundar pueblo o ciudad, tal fue el caso de Juan Ortiz de Zárate quien aprovechó la mano de obra de los indios Carangas, indios de su encomienda, para desarrollar la actividad pecuaria. Estos indios habitaban desde tiempos prehispánicos una docena de asentamientos en los valles centrales de Tarija, la empresa se desenvolvía con relativo éxito, sólo opacado por las incursiones relámpago de los Chiriguanos. Hacia 1565 los Chiriguanos se apoderaron del valle de Tarija provocando la huida de los españoles. Es así como desde Charcas, las referencias sobre los Chiriguanos pasan de ser meramente geográficas a abiertamente condenatorias.

Entre 1565 y 1574 Tarija quedó fuera del dominio colonial y los Chiriguanos circulaban por la región acometiendo a otros indígenas, tal es el caso de los chichas a quienes les cobraban tributo.

El dominio inka de la región, ocupada previamente por el señorío Chicha, es señalado por varios cronistas, el franciscano R. de Lizarraga en su “Descripción del Perú, Tucumán, Río de la Plata y Chile”, escrita entre 1595 y 1607, confirma la participación de mitmaq inka en la defensa de la frontera.

“...Quince leguas a la mano izquierda de Talina, declinando más al oriente, entramos al gran valle de Tarija...El Inga cuando era señor desta tierra, tenía aquí guarnición de gente de guerra contra estos chiriguanos...” (Raffino/Vitry/Gobbo 2004)

Las descripciones que los españoles hicieron de Tarija durante el decenio que estuvo fuera del dominio colonial son unánimes en cuanto a los asaltos, robos, cautiverios y muertes que causaban impunemente los Chiriguanos, no obstante cabe considerar que son escritos destinados a enaltecer las hazañas de guerra de los españoles. En esos años los valles tarijeños eran un área de paso hacia el Tucumán y también hacia el Paraguay y el Río de la Plata. En otras palabras, Tarija fuera de dominio implicaba un obstáculo para la comunicación con otras regiones del Virreinato, con los consecuentes perjuicios económicos. Debido a esta preocupación don Francisco de Toledo, virrey del Perú, partió de España con la orden del rey Felipe II de terminar con el problema de los chiriguanos; por tal motivo contaba con una declaración formal de guerra contra estos indios fechada en 1568. Este hecho es absolutamente inédito pues no se registran otras declaraciones oficiales de guerra del rey español hacia otros grupos indígenas americanos. No obstante, Toledo debía contar con la debida justificación y autorización otorgada por los miembros de la Audiencia para llevar adelante la guerra de conquista. Tanto la documentación elaborada por el presidente y los oidores de la Audiencia de Charcas como por Toledo dan cuenta de la enorme preocupación que generaba la inestabilidad del principal centro minero y la frontera sur como consecuencia del accionar de los Chiriguanos. A decir verdad, la preocupación era más amplia porque dentro del problema de la inseguridad que desencadenaban los Chiriguanos Tarija era sólo un punto dentro de una región mucho más extendida. Lo que se planificó para Tarija formó parte de un verdadero proyecto colonizador, cuyas características fueron debatidas entre los miembros de la audiencia y el Virrey Francisco de Toledo. Así, en 1573 el oidor Juan de Matienzo planteaba que debía llevarse adelante una "guerra de castigo" contra los chiriguanos que ingresaban "por Tomina y Tacopaya y otras tierras junto a estas y por los Chichas y Tarixa y por las yungas de la coca".

En las sesiones de la Audiencia de Charcas de 1573 se acordó que, por lo descripto, era justo y lícito hacerle la guerra a los Chiriguanos y adicionalmente porque eran apóstatas. Algunos líderes indígenas bautizados renegaban del sacramento y continuaban con sus antiguas prácticas, en ocasiones se los nombra infieles pero, en cualquier caso, es evidente que la desobediencia a Dios formaba parte del estereotipo. En la misma fecha, el oidor Antonio López de Haro calificaba su forma de vida como abominable, contraria a la ley divina y humana, ya que eran apóstatas, idólatras y homicidas antropófagos. En relación con la antropofagia o canibalismo Cathertine Julien no cree que tal práctica estuviera extendida entre los Chiriguanos; en su opinión la acusación fue uno de los elementos constitutivos del estereotipo negativo que ideó Toledo. Esta afirmación se basa en la inexistencia de información concreta sobre actos de canibalismo, tal como descripciones de contextos específicos donde se llevara a cabo dicha práctica.

Como queda dicho, el virrey Toledo fue el gran ideólogo de la campaña contra los Chiriguanos y de su imagen negativa. En una carta al Rey de 1573 sintetiza su opinión sobre este colectivo indígena afirmando que eran la "peor gente que con ánima racional vive" por ser belicosos, crueles, antropófagos y sodomitas. Frente a esto, en función de las ordenanzas del rey y el apoyo de la audiencia, estaba decidido a hacer la guerra a los Chiriguanos de la frontera personalmente dado que representaban, o eso afirmaba en su discurso legitimador, todas las maldades imaginables hacia los súbditos y vasallos españoles.

En 1574, contando con el apoyo del rey y la audiencia, el virrey Toledo resolvió encabezar una guerra de castigo a fuego y sangre. La campaña que se dirigió al norte de Tarija no tuvo los resultados esperados. El 2 de junio de 1574 Toledo partió de La Plata y entró a la cordillera chiriguana por la zona de confluencia del río Pilaya y del río Pilcomayo, aunque lideró un nutrido grupo de 500 españoles y unos 1000 indios de servicio los "rebeldes y astutos" chiriguanos lo vencieron y debió retirarse huyendo con gran pérdida de propios e indios. La jornada tuvo el efecto contrario al esperado porque la victoria le permitió al enemigo sentirse más seguro en su posición y continuó sus entradas para robar, matar y provocar el despoblamiento de pueblos y estancias.

Hacer la guerra contra los Chiriguanos formó parte del proyecto colonizador dentro del cual cobraron protagonismo los valles de Tarija. Toledo había planeado fundar una serie de poblados para frenar el avance de los Chiriguanos, y desde allí ir tierra adentro para "castigarlos". En función de este objetivo, en 1574 el Virrey capituló la fundación de Tarija con Luis de Fuentes y Vargas, hasta entonces empresario minero con intereses en Potosí población que vivía la constante paranoia de una incursión de los chiriguanos: Desde Potosí fue a enfrentarlos (a los Chiriguanos) el corregidor, cuando corrió el rumor de que salían miles en guerra y se acercaban a la villa, lo que resultó falso (Glave 2007: 21).

Según lo confirma el propio Virrey la región de los valles tarijeños era uno de los puntos por donde los Chiriguanos entraban, con mayor frecuencia, en la parte sur de Charcas desde sus poblaciones, identificadas vagamente a unas quince leguas -aunque sus tierras comenzaban a cinco o seis. El 4 de julio de 1574 se realizó la fundación de San Bernardo de la Frontera de Tarija, estuvo a cargo de un grupo de 50 españoles y 70 indios tomatas. Algunos testigos españoles relatan las dificultades durante los primeros años de su fundación a raíz de la presión que seguían ejerciendo los Chiriguanos. Por tal motivo, los tiempos iníciales se caracterizaron por el hambre y la desazón, lo cual producía huidas y obligaba al fundador a perseguir a los prófugos y retenerlos en los valles tarijeños, bajo pena de fusilamiento por incumplimiento de sus compromisos.

La situación se tornó cada vez más difícil haciéndose evidente que no bastaban las esporádicas entradas realizadas por Fuentes para perseguir a los Chiriguanos que asaltaban a los colonos de noche tomando cautivos y huyendo tierra adentro. La inestabilidad de la frontera se reflejaba en los informes escritos por autoridades y vecinos de Tarija pero también de Tomina y Santa Cruz.


En la probanza de méritos y servicios de Fuentes y Vargas encontramos numerosos ejemplos sobre el accionar de los Chiriguanos en el frente pionero. De hecho en esos escritos vemos al estereotipo funcionando en todo su esplendor, los Chiriguanos son presentados como verdaderos "cucos" de la frontera: "gente más belicosa, ardilosa y mala que hay". El haber "pasado malos días y peores noches" luchando contra los Chiriguanos fue el eje vertebral de la argumentación de Fuentes para la solicitud de mercedes que realizó en su probanza.

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