Invención de
una vestimenta en la construcción identitaria del criollo en el Chaco Tarijeño.
Es también a
partir de finales de la década del 70 que se produce un cambio significativo
con la evolución en la vestimenta identitaria del criollo en el Chaco Tarijeño;
no existen registros fotográficos anteriores a esta década que demuestren que
los hacendados y demás población que se autodenomina “criolla” utilizase un
sombrero de cuero con un dobles, si bien es cierto que existen remembranzas
orales sobre la utilización de dicho sombrero en las labores del campo pero
dichas remembranzas orales pueden ser fácilmente identificadas en un estadio
histórico entre 1960 y 1970 no así en otros momentos, por consiguiente era
normal y hasta propio de la identidad del criollo hasta antes de finales de la
década del 70 y comienzos de la década del 80 que adquieran y utilicen
sombreros de paño casi siempre en comercios del norte argentino. También era
parte de las características de la indumentaria del criollo la utilización de
un saco y un corbatín, pero lo más notorio era el pantalón ancho ya sus mayores
se vestían por lo cual sentían orgullo de usar un sombrero de paña, poncho de
color caqui y estar bien trajeados. La evidencia fotográfica sobre todo la
existente en la colección: “Yacuiba de antaño”[8] y
otros documentos gráficos demuestran que por ejemplo dichos pantalones
abombachados de diseño sobrio son utilizados de forma permanente por el hombre
del campo incluso antes de que se produjese la Guerra del Chaco (ver fotografía
fechada en agosto 1931). Pero aquí se da la primera invención, en 1969 el Dúo
del Pasacanal utilizaba la indumentaria de acuerdo a las características de la
construcción identitaria del criollo hasta ese estadio histórico, pero se
sucedió lo siguiente: al alejarse de la frontera y entrar en contacto con el
interior de la nación boliviana, se los identificaba como si fueran extranjeros
y promocionasen tanto la música como la indumentaria del norte argentino: “del
gaucho”.
Fotografía:
15 de agosto de 1931, El Palmar. Fortunato Aré con su esposa María Manuela
Márquez. (Nótese los detalles de la indumentaria: Pantalón abombachado,
cinturón ancho y las botas altas hasta las rodillas).
Esto es
resultado lógico de su condición de frontera, el criollo durante más de 50 años
había estado construyendo una identidad que poseía similitudes en lo que se
refiere a la indumentaria como lo podemos notar al comparar esta vestimenta con
la vestimenta de quienes interpretan la danza de la chacarera en el dibujo
titulado: “La Chacarera” de Aurora de Prieto (1947) que representa la danza de
la chacarera interpretada por dos bailarines argentinos y que forma parte de
las ilustraciones del libro: “Danzas Argentinas”[9].
La Chacarera
de Aurora de Prieto
Pero son
notorias las diferencias: El criollo del Chaco Tarijeño utilizaba botas altas y
no así bajas como es lo común al otro lado de la frontera, el pantalón también
es más ancho. En 1977 cuando los Canarios del Chaco, consiguen participar
exitosamente del IV Festival Folklórico Nacional de la Canción Estudiantil
utilizan una indumentaria que les permite asumir una identidad que no sea
confundida por el jurado como “gauchos”. Se produce uno de los primeros
registros fotográficos de un sombrero de cuero con un dobles como un símbolo
que comienza desde ese momento a ser parte de la construcción identitaria del
criollo, pero también se puede evidenciar la utilización de ponchos con los
colores comúnmente utilizados en el Valle Central de Tarija y ya conocidos en
el interior del país y fácilmente asociados al sur de Bolivia, además de
camisas blancas acompañadas de corbatines rojos. Ya que sucedió que hasta 1994
en el Chaco Tarijeño era normal y oficial para los actos cívicos la utilización
de la bandera de Tarija, la bandera Verde y Blanco no será declarada símbolo
regional hasta ese año.
Los Canarios
del Chaco, a lo largo de su trayectoria musical y de sus registros fotográficos
evidencian la utilización de la indumentaria de gala que incluía un sombrero de
paño, colores caquis en la ropa y sobre todo un poncho que difiere bastante del
poncho salteño pero con un cierto grado de proximidad al poncho jujeño que
igual que el poncho del Chaco Tarijeño se confunde con el color de la tierra.
Es importante, señalar que aquí surge uno de los símbolos más reconocidos del
Chaco Tarijeño. El sombrero y también la invención o asimilación en el
imaginario del resto de la nación boliviana que un poncho rojo con una delgada
franja negra conocido como el “poncho salteño”[10] fuese
propio del sur de Bolivia. Es a partir de 2011 que cantautores Yacuibeños como
Luchin Zeballos comienzan a revalorizar el poncho color tierra, utilizado por
los criollos del Chaco Tarijeño durante las primeras décadas del siglo XX. Esta
revalorización surge como una respuesta de la exagerada modificación de la vestimenta
sobre todo de quienes interpretan expresiones artísticas como la danza de la
chacarera tanto en la misma región del Chaco Tarijeño como en el interior de la
nación Boliviana.
Fotografías
de los “Canarios del Chaco” utilizando vestimenta identitaria del criollo del
Chaco Tarijeño.
Sin embargo
en la narrativa poético-musical consolida como símbolo del chaco más que del
criollo al sombrero: “…Poco importa que la suela sea de vaca o de novillo lo
que importa es que el sombrero sea chaqueño y tenga brillo. […] Pero mucho más
lo quiero porque es como un distintivo de este Chaco tan precioso donde yo
tranquilo vivo…” (Pelicelli, 1996)[11] la
popularidad del tema es uno de los factores que influyen en la desvalorización
del sombrero de paño y que se imponga el sombrero de cuero como un símbolo en
la construcción identitaria del criollo del Chaco Tarijeño. La narrativa
poético-musical también nos va guiando por ese choque cotidiano que representa
la convivencia de lo rural y lo citadino: “…Me gusta verme en el barrio donde
me vieron crecer el trompo y las bolillas jugando hasta al anochecer […] ojos
llenos de querencias violines dentro del ser…” (Cuellar, 1999). Una
cotidianidad que ya evidentemente se encontraba bastante alejada de la realidad
con la cual se conocía los territorios del Chaco como un lugar donde “…no
existe el concepto de Patria y el cuatrerismo está asolando las estancias…”[12] un
pensamiento generalizado en 1904 en la capital del departamento y también en el
interior de la nación Boliviana era pues que la región del Chaco Tarijeño,
carecía de una identidad propia y era más bien una tierra asolada por diversas
calamidades a la vez que por sus condiciones naturales era un espacio
territorial de difícil asentamiento para los pobladores provenientes del
interior.
Conclusión.
Ser frontera
es la razón por la cual existen similitudes con la cultura del norte argentino,
lo cual no signifique una aculturación sino más bien contribuye con algunos
elementos en la construcción identitaria del criollo en el Chaco Tarijeño.
La evidencia
fotográfica custodiada en la colección “Yacuiba de antaño” que constituye la
muestra de la vida social del campo y de la ciudad en los cien años del siglo
XX son la prueba de que no existió hasta finales de la década del 70 y
comienzos de los 80 una indumentaria definitiva que sea identitaria del criollo
del Chaco Tarijeño, desde 2011 surge tanto en los intérpretes de música
criolla, la búsqueda de nuevos símbolos que los diferencien de los otros
músicos e intérpretes de chacarera del norte argentino, lo que da lugar a una
revalorización de la indumentaria característica del criollo de los primeros
cincuenta años del siglo XX.
Tanto la
narrativa musical, como el texto poético compilado y publicado por sus autores
recién a partir de la década del ochenta describen con simples alusiones la
vestimenta del criollo, pero si nos dan una visión de la laboriosa vida del
campo. Es indudable que la vestimenta es una tarjeta de presentación que pone
en evidencia no solo una distinción de clase u oficio, sino nuestras más
profundas aspiraciones.[13] En ese
entendido la vestimenta de los criollos del Chaco Tarijeño buscaba desde 1900
el poseer características particulares que marquen una condición identitaria.
BIBLIOGRAFÍA.
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FERNÁNDEZ
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