Los
elementos evidentes en la construcción identitaria son el folklore musical de
la región del Chaco Tarijeño, que en uno de sus casos más conocidos: la
Chacarera; es indudable su popularización entre los hacendados del campo y a
partir de la segunda mitad del siglo XX entre los habitantes de los centros
urbanos pero no es una danza propia sino uno de los elementos que forman parte
de la construcción de la identidad cultural del criollo en el Chaco Tarijeño,
sin lugar a dudas fue como resultado del flujo comercial con las provincias del
norte argentino que la Chacarera comienza su asimilación en el imaginario de
los habitantes del Chaco, adquiriendo algunas modificaciones coreográficas
durante la danza. La chacarera para el criollo del Chaco Tarijeño como toda
danza ha dejado de ser un ente cantado y coreográfico, para pasar a ser un todo
poético y verbal[5]. Pero no
solo es la danza, existen otros elementos necesarios en esta construcción
identitaria del criollo en el Chaco Tarijeño lo constituyen los instrumentos
musicales como el violín[6] cuya
procedencia es el valle central de Tarija, en la frontera del Chaco Tarijeño
como lo es en la frontera del Bermejo las influencias folklóricas del Valle
Central de igual modo son notorias, como lo es aquello que cruza la frontera
desde el vecino país (Argentina).[7] No se
puede concebir una chacarera sin la utilización de un violín. La danza y la
música llegan con la fiesta, sea esta las sociales o las religiosas en el mundo
rural las fiestas religiosas no solo se las vivía con la solemnidad de los
actos litúrgicos sino también finalizados los mismos comenzaban la
exteriorización de los sentimientos de felicidad y alegría con el ritmo de la
música y la interpretación de una chacarera. Es evidente que las primeras
chacareras eran solo instrumentales (violín y bombo), hasta que comenzaron con
el tiempo a incluirles un acompañamiento poético, es así que la narrativa
musical se transforma en un testimonio oral necesario en la investigación de
las características de la construcción identitaria del criollo en el Chaco
Tarijeño, esto sobre todo a partir de 1969 con la grabación de “Pasacana” por
el dúo del Pasacanal. Dos canciones son emblemáticas para esta etapa: “La
Parreñita” que es una tonada y la “Flor de Pasacana” una chacarera
interpretadas por Fortunato Gallardo en el violín y Alberto Choque en el bombo
(dúo del Pasacanal). A partir de aquel momento la narrativa musical cobra
fuerza contando la querencia que no es otra cosa que el amor por la tierra y
las costumbres del hombre y la mujer del campo (autodenominados como criollos)
que marcan la diferencia con los otros que vienen de afuera.
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